Una
mezcla interesante de temas con un estilo propio de occidente.
Roger
Smith trabaja como negociador en Paradigm City: la única ciudad que pudo
reconstruirse después de un cataclismo que arrasó a la humanidad hace cuarenta
años; el incidente no solo acabo con la mayor parte del planeta, también borro
la memoria de todo ser humano o robot que pudiera haber sobrevivido. En esta
ciudad las “memorias” de antes de la catástrofe cuentan su valor en oro, y como
es de esperar, el trabajo de Roger es muy valorado. En caso de que las negociaciones
se compliquen, Roger puede contar con Big O: un mecha colosal, producto de
tecnología olvidada.
El
guion corrió a cargo de Chiaki J. Konaka, mejor conocido por ser el guionista principal
de Serial Experiments Lain. Amante de
la literatura occidental, Chiaki llena la serie de referencias a películas y programas
de televisión clásicos de occidente y a autores como H.P Lovecraft o Isaac Asimov.
También demuestra influencias oriundas de su país: el género mecha y leves
pinceladas de Osamu Tezuka en su estilo.
La
narrativa tiene tintes de contenerse; pero llega a abusar en exceso del
narrador. El monologo interior de Roger es demasiado obvio y redundante, tiene un afán por citar y recitar
contexto así mismo: hace que se pierda inmersión por lo artificial que se oye.
En la primera temporada se pasa por alto porque los capítulos tenían una
estructura episódica (lo sucedido en el capítulo era asilado de los demás) y servía
como una introducción; mientras que en la segunda, la mayoría de los episodios
ya tienen una narración corrida. Haciendo notar más este defecto.
Big
O habla sobre el miedo y el caos que puede atraer lo desconocido y en última
instancia la percepción que tenemos de la realidad. Sin embargo, este último
(junto con sus batallas entre mechas) está metido a calzador y las
interpretaciones pueden ser ambiguas. Aunque tampoco es terrible dejar que el
espectador llene algunas de las lagunas. Dar más de una interpretación, en esta
ocasión, me parce viable.
Es
evidente de donde viene la influencia de muchos de sus personajes; no obstante,
se nota su esfuerzo por darles un carácter propio de sus alter egos americanos.
No son tan complejos y oscuros como lo son los personajes de la serie de Batman,
mas cumplen su papel y son carismáticos. Son una mezcla de tropos, interesante
y amena a su manera.
Al
igual que sus personajes, el dibujo bebe mucho de la serie de la Warner Bros. Resaltan
los fondos y sus detalles. Además de una variedad de colores que giran bajo un
tono opaco, común en el cine Noir y al que también se hace homenaje.
La
mayor parte de la banda sonora se compone de Jazz (a veces con toques
electrónicos) y Sinfónicas que acompañan peleas y momentos tensos. Una banda
sonora maleable, contenida y dulce pero también puede ser explosiva, imponente
e incluso coqueta. También se pueden encontrar cameos de otros temas clásico de
películas y series.
Big
O resalta por lo curioso que es. Creado para un público occidental pero sin
perder esa naturaleza de anime. Carismático es una buena definición: con mucho
de otras cosas, pero atrayente a su manera.