Un sujeto siente cierto encanto al clavarse piezas de metal y chatarra. En un
momento pasado este sujeto es atropellado por el protagonista, que al
parecer lo abandono a su suerte. Con el tiempo al protagonista le empiezan a
surgir protuberancias de metal, cables, tubos y una amplia variedad de chatarra hasta
convertirse en un monstruo de hierro.
La dirección artística es exquisita, lo notaras te
guste o no, usando solo basura, tubos, papel aluminio, una banda
sonora opresiva y unas exageradas interpretaciones. Aunque no hayan diálogos extensos, la narración visual en las escenas alimentan esa sensación
incomoda, errática y aberrante que proyecta constantemente: son representaciones extravagantes del psique del protagonistas, ya sea una representación de la culpabilidad o el desprecio que
siente a una sociedad fría y gris.
La mayor
parte de la movilidad de la película se representa en “Stop Motion” que en mi opinión solo
alimenta el carácter desenfrenado; pero en este aspecto puedo
entender que haya opiniones dividas, tal vez por el raro ritmo que toma. Me gusto el trabajo
narrativo y los efectos: sencillos pero más imponentes que muchos otros que
he visto hoy en día, casi 25 años después.
No es para todo el mundo: puede parecerte una obra de culto (como a mí),
o solo puede parecerte otra rara película japonesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario