Humberto ha
decido renunciar a su trabajo como vigilante nocturno en un gimnasio.¿Por qué? Él está muerto y ya no puede
ocultar este hecho ante una sociedad de la que no
se siente parte... El argumento
no suena tan mal, un zombi en el D.F. que camina entre una sociedad
superficial, insensible y que no se da cuenta de su propia decadencia. Lastima que solo fuera la fachada.
La película
está untada en un filtro blanco que no me hace percibir seriedad,
por lo general estos recursos son usados para resaltar facetas: una expresión
de fondo en la escena. Sebastián abusa de este aspecto en toda la película
asesinando escenas con potencial; como si no supiera valorar los colores naturales o por lo menos variar su filtro. Puede que intentara
resaltar su mensaje con este aspecto, pero más temprano que tarde empieza a
hartar. Y su revelador anuncio de una sociedad inconsciente de su decadencia también es igual
de abusada: parece un suplemento para reforzar la
película, pero te das cuenta que están alargando por alargar. Muestran algunos matices y los repiten porque la película no tiene otra cosa que decir: hasta ahí llego la película.
Uno de los
pocos aspectos bien conseguidos podría ser el mismo Humberto, no hay un abusos
tan desmedido a la hora de resaltar su estado físico: es morboso cuando tiene
que serlo y punto. Alberto Trujillo
se esfuerza para dar vida a su persona, puede que sea dramático hasta el
hartazgo; pero tiene sus momentos empáticos: transmite con claridad y evoluciona.
Sebastian Hofmann |
He
investigado un poco sobre el director, Sebastián Hofman, y
su trabajo, es un tipo con ideas decentes pero parece que su pedantería hace muy poco gráciles sus trabajos, tiene un excelente
entendimiento de la regla casi olvidada del “muestra no cuentes” y la esencia del realismo mágico; pero también, es la persona que tira a efectos inconexos,
planos vacíos y filtros saturantes solo porque se ve abstracto y bonito.
Cuando pienso
en esta película la primera palabra que me viene a la cabeza es “sofocante” y no en el sentido que
busca la película con sus planos y su sonido. Halley tiene uno que otro
acierto, sus temas son interesantes; pero no es suficiente
para sostener los excesos poco sutiles y vacíos que carga. Halley es la película de un hipster pretencioso que se la tira de profundo.
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