miércoles, 26 de octubre de 2016

De la novela a la película: la percepción de las adaptaciones cinematográficas


Estamos acostumbrados a pensar que una adaptación tiene que ser cien por ciento fiel al medio del que procede. Tanto el cine como la literatura tienen formas distintas de narrar. Muchas veces nos olvidamos que el cine tiene más medios a su disposición; pero también un tiempo limitado y la visión del realizador es la que al final prevalece por encima de la del espectador. Mientras que en la lectura se respalda en la narración y la visión subjetividad del lector. 

Ambas disciplinas están separadas y aunque la escritura es un pilar primordial en el cine; un guion es muy diferente a una novela o un relato: maneja una variedad de detalles que tendrán que ser plasmadas (lo que se dice y lo que se verá). La novela, por su parte, es más flexible: no tiene que preocuparse por ser tan literal y la narrativa escrita da métodos maleables y más espacio al lector. Aunque también el cine ha encontrado sus propios métodos de expandir su lenguaje. 


Las adaptaciones son más que solo ser fiel al material original.

La adaptación de La naranja mecánica no es enteramente parecida a la novela pero plasma de forma adecuada las ideas principales. La visión de Kubrick y Burgues no es lejana, podríamos llamarlo una buena adaptación; sin embargo,  Mientras que en la novela Alex se reforma por su propia cuenta, Kubric lo desecha omitiéndolo en el final de la película.  Es una discrepancia de ideas, suprimirla es una rebelión contra su homónimo: el dominio ha pasado a Kubrick.

Cuando una obra es adaptada deja de ser del autor original; aunque esto no siempre es malo.

En El club de la pelea, el director David Fincher esconde el mensaje que Palahniuk había dado a su novela: en vez de ser directo y destructivo, el discurso de Tyler Durden se disimula y hace creer a los personajes de la película, como al propio espectador, que su movimiento va a algún lado, que es la purga de la sociedad contemporánea la clave para la liberación del hombre. Aun así, Fincher deja entrever que el mensaje de la novela sigue presente, pasa de forma adecuada la esencia; aunque no sea íntegramente fiel. Entiende la novela, pero usa su medio para mejorar su transmisión: la convierte en un engaña bobos. Para que cuando el espectador se dé cuenta de cuál es el verdadero mensaje golpe con más impacto. 


También hay excepciones a esta coexistencia con el material original, aunque la percepción del trabajo final puede variar. A estos casos se les suele tachar de pésimas adaptaciones, por lo general los realizadores usan las bases del material de procedencia; pero deciden construir su propio desarrollo y mensaje. Estos casos tienden a ser de doble filo: la visión del director es la que rige por completo el trabajo final, así que su ingenio y riqueza mental van a ser las que hagan la diferencia. 

Otro ejemplo con Stanley Kubrick sería El resplandor;  que a diferencia de la naranja mecánica, es considerada como una horrible adaptación al cine. Lo único que tiene del libro es su planteamiento y el nombre; de ahí en más, Kubric cambia desarrollo, personajes y tema central. El director tomo el resplandor y lo uso como conejillo de indias para experimentar con él. Años más tarde saldría una nueva adaptación de la misma novela bajo la supervisión de Stephen King. Esta es excesivamente lenta y abusa de los diálogos. Hoy en día, la primera película sigue siendo muy comentada y muchos la consideran de culto; mientras que la segunda ha sido olvidada aunque se le considere más fiel a la obra original.

Una buena adaptación no quiere decir que sea una buena película. El cine usa muchos otros recursos: se les analiza por partes, abarcando montaje, fotografía, vestuario, dirección, actuación, guion, etc. No hay que descartar que tanto novelas como películas han tenido que convivir juntas (La naranja mecánica, Matar a un ruiseñor, entre otras). Al final, lo que prevalece es la voluntad del director y los guionistas: la visión e ingenio que quieran invertir en adaptar una obra. 


También cae mucho en la objetividad de la audiencia; un espectador que se basa solo en la fidelidad en el cine se está perdiendo del abanico de posibilidades que puede darle el medio cinematográfico.

Lo que importa no es la fidelidad sino como tratarlo en el medio y, si es posible, mejorarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario