"Listo para suplicármelo Brian,
listo para arrastrarte por el suelo y suplicar por mi jugo, ¿No? ¿Todavía no?
Bueno, esperaremos unas horas más. Cuando ya no puedas superar el síndrome, yo
estaré aquí; cuando quieras parar el dolor, ven a mí; cuando el dolor sea tan
fuerte que ya no puedas soportarlo, no tienes más que pedir mi ayuda; ven a mí
cuando ya no puedas resistirlo Brian. Ven a mí.”
Recientemente
la novia y el hermano de Brian están perplejos por su nueva actitud. Se ha
vuelto más reservado, dice disparates y no deja que cualquiera entre a su cuarto o al
baño del departamento. Lo que no saben
es que Brian ahora esta bajo el poder del Aylmer, un parásito primigenio que
controla a su huésped inyectando una potente droga directamente en su cerebro. Con
Brian a merced de su droga, Aylmer no tarda en saciarse de su comida favorita:
cerebros humanos frescos.
Con un viaje
psicodélico, una narración torcida y un dildo bailarín con una interpretación vocal
exquisita, Frank Henenlotter presenta otra de sus clásicas comedias de terror.
Aunque las actuaciones están bien para interpretar a un montón de idiotas arrastrados
a lo desconocido, el trabajo de John Zacherle como la voz de Aylmer es
fenomenal: dota al parásito una personalidad magnética y lo convierte en la
mayor razón para, por lo menos, dar un vistazo a la cinta.
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