La historia comienza con Justine,
una adolescente huérfana, llegando a un convento y conociendo a Alucarda, otra huérfana que ha vivido
en el convento toda su vida. Ambas entablan una amistad casi inmediata y tan fuerte
que llega a realizarse una relación amorosa entre ambas. Mientras juegan por el
bosque, se topan con un grupo de gitanos que despiertan una curiosidad latente en
Alucarda, desembocando en la profanación
de una tumba y con ello un mal que se arraigara tanto en Justine y como en Alucarda
trayendo con sigo una serie de desgracias al convento.
En muchas
ocasiones no podía evitar la risa por la sobre actuación,
en especial de Tina Romero (Alucarda);
donde su interpretación de una posesión demoniaca es gritar y dar vueltas
mientras compite con el resto del elenco por ver quien logra la cara más ridícula en toda la película. Estos detalles llegan a dar
al film un carácter propio que está entre la comedia involuntaria y la cutre atmosfera muy
bien trabajada de la película.
La escenografía
es preciosa, ambientes exageradamente góticos que no hacen más que recalcar al genero artístico y literario al que van dedicado.
No
quedo exenta de polémica, por lo morboso de algunas de sus
escenas: una película que hablada de satanismo, lesbianismo, crítica a las antiguas
prácticas religiosas y una representación del Sabbat no iba a pasar por
alto en su tiempo.
Alucarda es uno de los mejores frutos que nos
pudo haber dado el cine mexicano, en cuanto al “cine B” nos referimos. Algunos les resultara muy estúpida –
incluso yo lo creo- pero tiene esa esencia tan cutre de cine de bajo
presupuesto que no puedo decir que no la recomiendo.
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