Ya ha pasado
un año desde que leí Witch Craft y debe de haber algo especial en un
manga para que lo relea y siga siendo de mi gusto.
Honoka Takamiya, un estudiante de bachillerato sin ningún
atributo destacable, ve su vida normal interrumpida por el ataque de un
grupo de brujas que lo buscan por poseer un poder inimaginable sellado en su interior. De igual manera es defendido por Ayaka
Kagari, la chica más fría y popular de la escuela, que al aparecer tiene el
deber de protegerlo; agregando que es una de las brujas de más fuertes de la
ciudad.
Con el pasar
de la historia Takamiga y Ayaka irán desarrollando una fuerte relacion;
además de una necesidad de descubrir como ese poder llego adentro de Honoka y porque Kagari casi fue programada para preocuparse y proteger a Honoka.
Este es una de las pocas veces que veo que se usa de forma adecuada el cliché del
protagonista miope y nada especial (y en este caso un princeso) que por lo general es usado como un pretexto
para introducir la trama y tal vez esta sigua por otro camino muy
lejos de este personaje, o también, ser el centro de una decadente trama para
ser el objetivo de sensuales mujeres; que tambien es el caso de Honoka, aunque de una manera mas disimulada comparada a otras series.
La relación
entre Takamiya y Ayaka me agrada; más que una relación romántica
parece una relación fraternal entre una hermana mayor responsable y su
hermanito menor ajeno al nuevo mundo que lo rodea. La historia llega a generar un interés decente en el espectador; aunque se
centre, por ahora, en buscar respuestas del pasado.
Todos y cada
uno de los personajes que se muestran tienen un carisma que me hace amar este manga, se introducen en el momento oportuno y cada uno tiene
su propia rama de habilidades y características, muchos
de los personajes son subnormales a su modo: desde la hermanita de Honoka hasta
el villano en turno; y todo esto sin perder la seriedad que da a entender la
narrativa.
Y hablando de
narrativa el caso de Witch Craft es extraño, difiere mucho de la convencional
que se ve en el manga-anime, más apresurada y tosca, me atrevería
a decir que tiene un carácter un poco occidental. El ritmo es más lento y en lugar
de un extenso monólogos vemos que la narrativa también se presta para el dibujo;
muchas de las escenas dicen más de lo que aparentan asiendo que buscar las referencias
y detalles se vuelva algo como “Buscando
a Wally”.
Witch Craft Work es uno de
mis mangas favoritos, tal vez sus bases no sean muy originales y sea muy lenta,
pero lo compensa con un carisma y estilo propio que no me canso de ver.
Interesante.
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